Las cámaras frigoríficas son sistemas para el almacenamiento de mercancías a temperaturas de refrigeración controladas. En una cámara frigorífica la temperatura se fija en función de su contenido y esta debe mantenerse constante y sin fluctuaciones que puedan alterar las características del producto que almacena.
La cámara frigorífica está aislada del exterior excepto cuando se acciona el sistema de apertura. Cada vez que se abre la cámara se produce un intercambio de calor que puede provocar el cambio de temperatura en su interior. La temperatura de la cámara debe estar controlada por la presencia de sondas que identifican las variaciones de temperatura y activarán los compresores y sistemas de ventilación para refrigerar y alcanzar de nuevo la temperatura programada de refrigeración.
Pero conseguir un correcto funcionamiento de la cámara y el mantenimiento de las condiciones óptimas del producto almacenado también depende de cómo esté organizado en su interior. Esto, aunque es importante siempre, tiene especial relevancia en cámaras que puedan requerir de una mayor frecuencia de apertura, este sería el caso de establecimientos de hostelería (cocinas de bares y restaurantes), cámaras frigoríficas de carnicerías y pescaderías o de otros establecimientos de alimentación y venta al público (supermercados).
Un primer aspecto que se debe tener en cuenta al organizar una cámara frigorífica es que el frío es suministrado por un flujo de aire, que requiere de zonas de entrada y salida. Los alimentos deben colocarse de forma que no se impida el correcto flujo térmico, ya que esto provocaría zonas sin refrigeración con los consiguientes problemas de conservación y de higiene.
El primer aspecto para organizar la cámara es identificar las distintas temperaturas que requieren los productos almacenados y colocarlos en función de ellos dentro de la cámara. Estas zonas dependerán del diseño de la cámara frigorífica. En este sentido nuestro instalador de cámaras frigoríficas nos puede asesorar de forma específica sobre ello. También es importante tener en cuenta el uso específico que se le va a dar a la hora de diseñar una cámara frigorífica para alguna actividad concreta.
Otro punto es la accesibilidad del producto según el orden en el que deben consumirse o a la frecuencia de uso. Si tenemos almacenados distintas unidades de un mismo producto con distinta fecha de caducidad siempre debemos tener más adelante y accesible los que tengan fecha de expiración más temprana. Igualmente, si un producto se usa de manera frecuente (en una cocina de hostelería, por ejemplo) debe estar más cercano al exterior para minimizar el tiempo de tener la cámara abierta.
La falta de un correcto flujo térmico dentro de la temperatura puede provocar fluctuaciones indebidas de la temperatura (bajadas) que pueden provocar la degradación del producto y la proliferación de microorganismos. Esto, además de ser la causa de la pérdida de este producto, también puede alterar el resto de alimentos de la cámara. Colocar productos de forma inadecuada en la cámara altera el flujo de refrigeración correcto.
Por último, y no por ello menos importante, la limpieza de la cámara frigorífica es fundamental para su mantenimiento y correcto funcionamiento. Una adecuada organización de la cámara frigorífica también debe permitir los procesos de limpieza e higienización de la misma de forma óptima.
Deja una respuesta