Ni mucho ni poco, en la medida justa de la temperatura de la calefacción está la virtud. Cuando hay un exceso de calefacción la incomodidad es clara y comienzan las disputas sobre si alguien necesita más grados y otros menos, y es complicado ponerse de acuerdo, pues no todos los cuerpos son iguales en este aspecto. Un mal uso de la calefacción no es beneficioso ni para la salud, ni para la comodidad ni para el bolsillo. Tampoco para el planeta ya que debemos buscar la eficiencia.
La directriz oficial del IDEA apunta que la temperatura ideal para la calefacción en espacios cerrados se sitúa entre 20 y 21 º C. La recomendación nocturna para esa temperatura es que se baje al menos un par de grados por la noche. No en todos los casos la temperatura de confort personal es la misma, pero es un margen que debemos tener en cuenta pues está basado en estudios acreditados.
Lo primero que debemos hacer para que nuestra calefacción no tenga que estar a tope innecesariamente, malgastando energía, es asegurarnos de que tenemos un aislamiento que impida que el calor se escape, y así evitemos malgastar la energía. Las fugas por las ventanas, puertas o grietas son habituales y muchas veces pasan desapercibidas. A la hora de elegir el equipo adecuado debemos pensar en que este sea eficiente de cara a ahorrar energías manteniendo la temperatura idónea y evitando averías o funcionamientos erráticos.
Debemos aprender a usar nuestro equipo de manera correcta. No sirve simplemente ponerlo al máximo y olvidarnos, ya que no por subirlo más conseguimos antes la temperatura deseada. Debemos ser conscientes de que cada grado de más supone un 7 o un 8% más de consumo. Evita dejar la calefacción puesta si vas a salir, no compensa. Para ello están los termostatos inteligentes que pueden encenderla en remoto poco antes de tu regreso y controlar incluso a distancia la temperatura exacta en cada habitación y en cada momento.
No la enciendas en la casa entera, solo en aquellas zonas en las que vas a necesitarla. Pásate a sistemas inteligentes que regulen de forma independiente la temperatura de cada estancia, manteniendo rangos de temperatura eficiente mediante algoritmos.
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